La
sociedad actual está ganada cada vez más por imperativos sociales de
productividad utilitaria, donde las relaciones interpersonales están cada vez
más mediatizadas por las tecnologías de comunicación que reconfiguran los mapas
de hábitos sociales, reducen los contactos directos y ponen en crisis hasta los
valores y afectividades. En una realidad como la descrita, resulta indispensable el rescate de la institución
ancestral del convivio: la reunión entre personas en el mismo espacio y en el
mismo momento, dando forma a una experiencia viva, con intercambio de saberes, de alto valor simbólico, alentadora del
ejercicio crítico. Las artes escénicas y su dimensión social intrínseca
encarnan, como ninguna otra, la posibilidad de resistencia, de cultivo urgente
del hábito humano de compartir alrededor de un suceso que podrá, cuando no
conmovernos, sí provocarnos ideas y reflexiones.
El FISABES concibe el arte escénico como una práctica
ancestral, con una potente capacidad de producir y trasmitir conocimiento, valores,
significados e identidad. Y, al mismo tiempo, como una opción singular para
expresar y provocar sentimientos e ideas frente al público.
Por eso, incorpora en su propio nombre los semas del saber,
porque deseamos enfatizar que en la práctica y consumo de las artes escénicas
no solo se dan cita el placer y el atractivo lúdico. Sino que, además, la
experiencia escénica es productora de conocimientos, transmisora de saberes:
por un lado, las técnicas y métodos artísticos que se operan para diseñar y ejecutar
un espectáculo eficaz, y de otro lado, los que tienen que ver con las formas de
comprender y valorar el mundo, afrontar sus problemas y celebrar la vida creativamente
a pesar de ellos.